¡¡Que vienen los Indios….!!

Ya se ha formado el lío. En este poblado de la vega granadina se empieza a sacar lustre a los revólveres y a los winchester. Por aquí no nos falta de nada para montar una película del lejano Oeste, ni tan siquiera ese ambiente enrarecido tan peculiar donde, al paso de algún forastero, se cerraban las puertas para dar paso a la tatarabuela de la vieja’l visillo. Tenemos nuestra alcaldesa que antaño se dedicaba a otros asuntos más menesterosos y quizás debiera seguir con su antigua vida dada la poca fortuna y el menor aprecio que levanta a su paso. En un recorrido breve nos encontraremos con el clásico ranchero constructor metido a político que compite, al menos en ignorancia, con la primera edil por el sillón principal del poblado aunque para ello cuenta con la inestimable ayuda de la gacetillera local mil veces despedida y otras tantas mantenida en su puesto; tenemos al antiguo jefe del pueblo dando bandazos por las calles sin que nadie le haga mucho caso ya, debido a la gran deuda acumulada y que estos humildes moradores tendrán que pagar; y qué decir del sheriff, antiguo guardaespaldas del jefe viajero, y sus ayudantes que vigilan el pueblo con cara de estar poco o nada ilusionados; no nos puede faltar el clásico barbero (en este caso le cambiamos el género) que años atrás hacía campaña por estos advenedizos y ahora se ha convertido en uno de sus mayores enemigos. Puestos a tener, no nos faltan ni las famosas bailarinas de salón siempre dispuestas (y dispuestos) al palmerío más enfervorizado, así como algún chivato que se cuela en todos los asuntos ajenos para tener informados a sus jefes. Ahora la cosa se pone difícil al tener que apostar por la alcaldesa o por el ranchero constructor. Aparecen, también por la calle principal, otros rancheros bien acomodados, con la pretensión de “mandar” en el poblado; aunque ya lo hicieron en el pasado, perdieron toda credibilidad y ahora intentan volver a lo más alto incluso con el apoyo del periódico local. No podíamos olvidarnos del granjero (que no vaquero) al que no se le hace mucho caso debido a su eterna y quizás merecida soledad, aunque se empeña en beber whisky con todo aquel que se ponga a tiro.

Últimamente el poblado está revuelto. Todos se enfundan sus armas para combatir a los Indios Apaches, olvidando que ellos mismos tienen más de Indios de lo que se creen y aparentan. Ya se les ve venir a lo lejos, ya están aquí, siempre estuvieron aquí y, hartos de tanta tiranía, están dispuestos a recuperar lo que es suyo, lo que siempre fue suyo, su pueblo. Los acusan de mil maldades para esconder las suyas propias, los desprecian por nada, bueno sí, por miedo. Miedo a perder el control sobre los humildes moradores, sobre los impuestos, sobre las mordidas que correspondan… Miedo a perder el Poder. Los Apaches están aquí y vienen dispuestos a usar el tomahawk de la Ley para hacer justicia. Por todo esto algunos gritan acojonados ¡¡Que vienen los Indios…!!