En un breve recorrido por lo que fue Otura y lo que es, queremos hacer hincapié en su mayor riqueza, sus gentes. Para ello tomaremos como modelo a una familia, podría ser cualquiera, y en este caso será siempre con su permiso y por la relación que tuvimos hace años, la familia Morillo Ferrari.
Hijos de Antonio y de Juana, vivieron lo más duro de esa España en blanco y negro. Hijos de una guerra miserable y supervivientes de la posguerra de gachas, mendrugo de pan rancio y trabajo de sol a sol para enriquecer, aún más, al cacique de turno. Lastrados por la “osadía” de su padre que se atrevió en el 36 a poner sobre el papel carnavalesco lo que todos querían pero pocos reclamaban abiertamente. Nietos también del último cochero del Marqués de Dílar. Acostumbrados a servir a sus señores, siempre mudos, cabeza gacha y pulso fuerte, como cualquier trabajador de la época, como todo un pueblo que depende de la “generosidad” del cacique a quien sirve.
Comparsa los Segadores (1936):
(7) “Esta comparsa señores,
a nadie molestará,
pero sí le prometemos
que diremos la verdad;
el pobre obrero
no tiene pan,
pide trabajo
y no se lo quieren dar;
y el poderoso
quiere la paz,
pues con este sistema
yo le aseguro no la tendrá
En foto fija, me quedaría con José Morillo Ferrari (Pepe el cocherillo) ya que ha sido, y es, el más conocido por todos. El más pequeño de los hermanos, trabajador incansable y mejor persona. Trabajó muchos años en la Ollería que existía frente a la placeta del sol. Allí se casó con Julia e incluso tuvieron al primero de sus tres hijos. El no quería emigrar como habían hecho el resto de hermanos, aguantaba con un pequeño jornal, se buscaba la vida…como se dice ahora, pero la necesidad hizo lo que no consiguió el corazón. Preparó su maleta, como tantos otros, y puso rumbo a Alemania lleno de miedo e incertidumbre, sin un futuro claro y los ojos vidriosos por lo que dejaba atrás, su familia. Aquí no había manera de prosperar, de vivir dignamente, de ofrecer a sus hijos un futuro adecuado. Era la España en blanco y negro. Volvió en cuanto pudo y se juró a sí mismo no volver a repetir la experiencia; trabajador duro donde los haya, vio crecer a los suyos, casi siempre callado, modesto, honrado y sobre todo orgulloso de ser padre. En esa época emigraban jornaleros, albañiles, mozos, panaderos….ahora vemos con estupor cómo tienen que hacer lo mismo ingenieros, arquitectos, médicos…antes buscaron un futuro mejor los padres y ahora lo tienen que hacer los hijos. España en color, España miserable que arroja fuera de sí a lo mejor que tiene, sus gentes.
¿Cuántas familias otureñas están despidiendo a sus hijos? Seguro que demasiadas. Como vemos, no ha cambiado demasiado este país de fútbol, toros y copla…seguimos comportándonos como auténticos miserables incluso con nuestros hijos que, como ya pasó con los mayores, no tienen futuro en este pueblo.