Si usted se mueve por las carreteras y pueblos de España, contemplará un paisaje español alterado y contaminado de publicidad política en estos días de campaña electoral para las autonómicas y municipales de 2015. La política es ya el mayor sector de la economía española y la lucha por conseguir un alto cargo representativo genera un derroche de dinero desproporcionado, de muchos miles de millones de euros. En Otura no se puede hablar de millones de euros pero si de miles.
En España, ser presidente de una autonomía, consejero, alcalde o concejal no es ya un servicio sino un premio, el mejor de los posibles, a juzgar por el derroche de medios que se emplean en la batalla del poder: vallas publicitarias, con caretos cada vez mas grandes, cuñas radiofónicas, mítines, páginas en la prensa, banderolas, gallardetes, caravanas electorales, vehículos publicitarios, gabinetes de prensa, costosas asesorías de imagen, blogs en Internet, lluvias de correos electrónicos, sedes electorales, carteles, folletos, buzoneo, correspondencia electoral, propaganda a raudales, todo un montaje que los expertos no se atreven a calcular pero que, sin duda, supera los 10.000 millones de euros de gasto, dinero suficiente para dignificar las escuelas e institutos de todo el país, para construir una red de autopistas o para crear nuevas lineas ferroviarias de alta velocidad y no pensemos cuantos estómagos vacíos se podrían aliviar, en Otura con lo que han gastado en propaganda Cáritas e incluso Izquierda Unida podrían estar dando comida a los villanos de Otura hasta que termine la crisis.......... si es que termina.
La cantidad que se produce es de vértigo, más de la mitad de la cual es opaca o procedente de fondos camuflados y si no es así que lo demuestren y la transparencia política que tanto mientan en sus programas.
El espectáculo del derroche electoral en Otura es insólito y no para de crecer, elección tras elección, campaña tras campaña, como consecuencia del poder creciente de los partidos políticos y de los privilegios y ventajas que acumula y trae consigo el ejercicio del poder. Los políticos españoles se han convertido en "los nuevos amos”; y se lucha por el cargo publico cuerpo a cuerpo, a cuchillo, en cada ciudad, en cada pueblo, el ciudadano no importa solo importa el poder.
Ser alcalde en Otura equivale a tener asegurado un sueldo anual mínimo de 30.000 euros, aproximadamente, trabajando media jornada y con privilegios suplementarios como coche oficial, secretaria, tarjeta de crédito y poder para repartir fondos públicos, puestos de trabajo,etc. Otras alcaldías de grandes ciudadades implican sueldos anuales de 100.000 euros y todavía más dinero en las grandes ciudades, además de una marea de privilegios y ventajas colaterales.
La política es ya el primer sector de la economía española. Nadie calcula su alcance, quizás porque da vergüenza, pero si se suman los sueldos de los altos cargos, los presupuestos de los partidos políticos y los de los gobiernos nacional y regionales, parlamentos nacional y regionales, diputaciones, ayuntamientos, empresas públicas y de las miles de instituciones bajo control político, la cantidad supera, con creces, al sector eléctrico, al automovilístico, al del transporte, al de las telecomunicaciones y al de las nuevas tecnologías.
La importancia de lo que está en juego se refleja en la publicidad y en los enormes y desproporcionados gastos de campaña, con decenas de miles de vallas publicitarias y banderolas, esparcidas por todo el territorio español, reflejando rostros de políticos, muchos de ellos desconocidos, fotografiados por profesionales de la imagen con sonrisas forzadas, algunas de ellas patéticas. En Otura con sus tres entradas, Camino de Alhendín, Autovía y Carretera de Dílar el gasto de caretos grandes se triplica. Que vergüenza, que despilfarro, que engaño, cuantas mentiras....... todo va a seguir igual, un tercio de la población pasando faltas y el otro muerto de risa viendo como los políticos los hacen más grandes y ricos.
Es el gran negocio de la política, el que más dinero mueve en esta España que ha transformado su ilusionante y joven democracia en toda una poderosa partitocracia, con una clase política atiborrada de poder y de privilegios, sin control alguno por parte de los ciudadanos, que asisten al espectáculo como invitados de piedra y cuyo poder y participación en la política han quedado reducidos a pagar impuestos y al instante en que depositan su voto en las urnas. Y seguimos siendo engañados, manipulados y, al final, despreciados; bajando la cabeza y diciendo que todos son iguales. A eso es, a lo que tenemos que resistirnos. Hay partidos nuevos como Podemos que piensan en todos estos temas y son comedidos en sus campañas, claro que, bajo los insultos y mentiras de los demás partidos.
Un segundo después, cuando hayan emitido su voto, los ciudadanos de la Villa de Otura y, por supuesto, los de todas las regiones y pueblos de España, pasarán a la "reserva" y, aunque en teoría, sean los soberanos y protagonistas de la democracia, quedarán relegados y relevados de toda responsabilidad y acción hasta dentro de cuatro años, cuando vuelvan a ser convocados para votar de nuevo y renovar el batallón de los poderosos.