Los Zapatos de Teresa

Año 2014, siglo XXI y parece mentira que no hayamos aprendido gran cosa. Llegan las Navidades a nuestro pueblo y no dejamos de mirarnos el ombligo, sólo pendientes de verlo engordar. En época de crisis, como en la que estamos, se hace necesario más que nunca un ejercicio de responsabilidad y de empatía para con nuestros vecinos que apenas tienen qué llevarse a la boca. Como ejemplo de madurez impuesta les pongo a Teresa, una niña otureña pobre pero locuaz y encantadora. Resulta que acompaña asiduamente a su madre a Cáritas para recoger la ayuda alimentaria que buenamente les ofrecen gracias a las aportaciones de distintos colectivos locales pero ella lo vive con la candidez propia de sus ocho años. Sabe que en casa no hay calefacción, que el otro día les dieron tres mantas para que soporten, en lo posible, los rigores del invierno, sabe que viven con la incertidumbre de un corte en el suministro eléctrico, es consciente, a su temprana edad, de las muchas necesidades y la angustia de sus padres, y no sabe si este año comerá turrón del blando que es el que más le gusta. A pesar de todo, ella está ilusionada. Tiene pensado, hace tiempo, lo que le va a pedir a los Reyes Magos porque sabe que ellos no se olvidan nunca de ella y que atenderán su petición: unos zapatos de charol relucientes. Cuando se le pregunta el por qué de ese regalo tan peculiar ella mira extrañada, como incomprendida, y al cabo se le iluminan los ojos para contarte su deseo de futuro. Esta chiquita tan magnífica quiere ayudar a los más necesitados, como ella, en Cáritas parroquial

y para eso necesita sus zapatos porque dice que en la parroquia hay que entrar, al menos, con un calzado en condiciones y cuando ayude a los demás, quiere ver su propia sonrisa de satisfacción reflejada en algo íntimo, personal, regalado por los Reyes Magos...sus zapatos.

     Esta historia es la historia de muchos de nuestros vecinos, necesitados, avergonzados de su situación, pobres, excluidos de una sociedad cruel que aparta todo lo que considera “no rentable”. Vergonzosa realidad que nos rodea pero que aún pocas personas se atreven a combatir. Pobreza del siglo XXI que algunos miserables se empeñan en ocultar para favorecer sus egos personales pero olvidan que, aunque pobres, estas personas tienen intacto su bien más preciado, su Dignidad. Ahí están Teresa y sus padres, luchando minuto a minuto, hora a hora, día a día por ganarle la batalla a la miseria pero, con la sonrisa permanente de esta chiquita será más fácil.

  Mucha suerte Teresa y espero verte con tus zapatos relucientes.