Un chavico es una moneda de metal de bajo valor |
Todavía
andamos a vueltas sobre pacto sí o pacto no en Otura. Después de
que el Psoe otureño fuese la lista más votada pero necesite del
concurso de otra fuerza (IU) para gobernar buscando la estabilidad,
tan necesaria como imprescindible, nos encontramos con el eterno
dilema sobre quién la tiene más larga…o más aguante. Los tiempos
cambian más que las propias personas y muestra de ello es que
mientras hace unos años sólo cobraba el alcalde, ahora quiere
cobrar hasta el mástil de la bandera. Discusiones sobre “porque yo
lo valgo”, porque es lo que cobraba en mi anterior empleo, porque
voy a dedicarle al pueblo mi vida, es que trabajaré hasta cuando
esté soñando con los angelitos…o con algún demonio, que de todo
hay. La cuestión es que, una vez desalojado el partido de la
corrupción del consistorio local, toca rehacer la política
institucional del pueblo y empezar a aplicar las medidas que a bombo
y platillo nos hicieron “comer” los partidos de futuro gobierno.
La deriva que está tomando este asunto no puede ser más
esperpéntica; en lugar de afianzar las medidas a tomar por el bien
de los otureños y otureñas, se disputan los honorarios a cobrar
"por el bien del pueblo” olvidándose que este pueblo es un
enfermo terminal que no entiende sobre peleas de cirujanos.
Estamos
en tierra de chavico y malafollá pero, no por eso, nos merecemos
estas disensiones absurdas tratándose como se trata de prestar un
servicio público y recordándole a los actores principales que nadie
les obligó a presentarse en una lista determinada. Como dirían en
Cataluña “la pela es la pela” aunque aquí en Graná “el
chavico es el chavico” y nadie está dispuesto a dejar escapar una
“perra gorda”. Olvidan, intencionadamente o no, que muchas
familias otureñas no disponen de lo esencial para su subsistencia,
que fueron ninguneadas por el partido corrupto, que esperan al fín,
no tanto una regeneración política como una regeneración social y
humana; quieren ser escuchados, atendidos, consolados, ayudados por
aquellos que han conseguido el Bastón de Mando y sus socios de
gobierno local pero no quieren volver a escuchar nunca más la eterna
disputa de un miserable sueldo público. Todo trabajo tiene que ser
remunerado aunque en este caso las Arcas públicas están más
anoréxicas que nunca y por eso tendrán que comer poco a poco, hasta
estar repuestas, hasta que gocen de salud suficiente para comerse un
buen estofado, hasta que este pueblo disponga de chavicos con que
pagar el trabajo de sus representantes públicos.